Dice Rodrigo Cuevas, cantante y compositor asturiano, que es tan político posicionarse como no hacerlo y que recae mayor presión entre quienes lo hacen que entre aquellos que se abstienen.
Tiene razón, al menos en la primera parte. La presión sobre quienes no se mojan es variable y depende de la función del eximente; no se expone igual un futbolista que no se posiciona que un carnicero.
Si hay un gremio en donde la significación política es muy significativa es en el del mundo artístico y del espectáculo. La exposición de sus figuras ante la opinión pública les hace expresarse sin ambages, considerando que con esa actitud hacen un favor y ayudan al bien colectivo, al defender posturas que reivindican derechos, avances sociales y respeto de minorías.
Gremio siempre político y politizado el de los actores, acusados muchas veces de rojos, por se muy pocos los que se declaran abiertamente vinculados al signo ideológico contrario, pero, ¿ Es en realidad eso cierto?
Si uno mira a los actores, cantantes, intérpretes incluso deportistas que se expresan públicamente, comprobará que el número de los mismos es significativamente bajo; dicho de otro modo, que los que salen a la palestra son siempre los mismos. ¿Eso convierte a los que no se manifiestan en simpatizantes de la derecha?
En un país como éste en el que los conservadores expresan su ideología en pequeños cenáculos y no de manera grandilocuente, hace pensar que sí, que al menos una buena parte de ellos lo son, siguiendo la regla no escrita del que calla, otorga; hay muchas formas de expresarse y aquí son muchos los que prefieren hacerlo por defecto antes que por exceso.
Posturas cómodas, las no comprometidas, por miedo a soliviantar a una parte del espectro de espectadores potenciales, no en vano el arte es un espectáculo de masas, dirigido a todos los públicos. Posicionarse en conciencia crea más problemas de los que soluciona, aunque sea de agradecer que cada cual ponga sobre la mesa de qué pie cojea.
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