Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




martes, 23 de abril de 2024

La loca del amoníaco

 Recuerdos y anécdotas que vienen a la cabeza de cuando en cuando. Era media tarde, andaba reposando la comida y la caminata en mi litera de albergue, cuando de repente me llegó un olor intenso, penetrante, tanto así que me obligó a incorporarme de inmediato y a abandonar mi plácido reposo.

 Mecánicamente me giré para descubrir que en la cama de al lado, mi vecina de litera estaba rociando con fruición el colchón, las lamas del somier y todo lo que tenía al alcance del entramado metálico de las camas superpuestas que se solapaban de espaldas a la mía. Al comprobar que le miraba fíjamente,con cara de pocos amigos, dejó de rociar con su pulverizador al tiempo que me decía:

 - Estoy rociando con un poco de amoníaco, por si hay chinches. 

 Una imagen vale más que mil palabras, ese cuerpo tenso y en alerta, que presionaba con fuerza el bote que contenía el líquido, así como la mirada, como perdida, entregada en cuerpo y alma a la eliminación de cualquier bicho amenazante, frenaron en seco mi reacción inmediata de reproche, animándome a mostrarme comprensivo y tolerante, pese a no entender que rociase paredes limpias y estructuras metálicas en vez del colchón, donde seguramente habría más posibilidades de encontrar tan incómodos vecinos. 

  Peregrinos aprensivos, seguramente informados de la plaga de chinches que ha invadido entre otras ciudades, a París, que de cuando en cuando afectan a establecimientos del Camino de Santiago, sin ser necesariamente los albergues públicos, los damnificados. Feliz de no ser tan hipocondríaco, dejé que mi vecina continuase con su tarea  higienizante y exterminadora, llegando a sentir por ella cierta lástima, de verse en la tesitura de dormir, día tras días, en camas sobre las que han pernoctado, quién sabe, cuántas almas antes que ella.


 

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