Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




lunes, 29 de abril de 2024

Dientes de oro

 Fosa común de la Guerra Civil, varios cuerpos alineados que fueron fusilados, en una zona llamada Barranco de Víznar, perteneciente a una localidad de Granada con ese nombre, el mismo lugar donde fue también pasado por las armas Federico García Lorca, cuyos restos, después de varias tentativas y excavaciones, siguen sin encontrarse, sembrando dudas entre historiadores y eruditos, que temen que los restos nunca puedan hallarse. El más osado en sus elucubraciones, el irlandés de Lavapiés, Ian Gibson, ha llegado a apuntar a la familia del finado como responsable de los infructuosos intentos, al llegar a un acuerdo con el dictador, que podría haber entregado los restos a sus allegados a cambio de sellar así su silencio. Tan osado como retorcido, aunque, quién sabe.

 Porque en eso de ser retorcidos e irrrespetuosos, no nos gana nadie. La noticia en la fosa de Víznar no está en su apertura y documentación, ni en las pruebas foreneses para determinar la identidad de los asesinados, cuyo laboratorio de ADN de referencia nacional, está en Granada capital. Lo que le ha dado transcendencia y notoriedad es el robo del maxilar de uno de los cráneos en el que se habían contabilizado hasta ocho dientes de oro, que ya no se encuentran en la fosa. Ladrones de tumbas indignos, corrompidos por la ganancia antes que por la gloria de ayudar a dar digna sepultura a represaliados.

 

 

 

 

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