Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




lunes, 13 de noviembre de 2023

Ser de pueblo

 Visitar un pueblo pequeño en compañía de un autóctono del lugar te convierte en centro de atención sin buscarlo. Miradas más o menos descaradas, comentarios discretos, aunque siempre hay alguno que se lanza a saludarte y preguntarte quién eres y de dónde vienes, sin filtros. Tiene su punto de gracia, es agradable y te hace experimentar cosas que tienes adormecidas en tu día a día.

  Reconozco que en parte me da envidia; la vida de ciudad grande está cargada de anonimato, ese que en una parte de la vida se busca con gana y que con el paso de los años se estima menos. Tan rodeados de gente como estamos, apenas si conocemos a nadie. Hasta cinco vecinos tengo en el rellano de mi piso y no he mantenido conversación alguna con ninguno en doce meses, eso sin contar con que cuatro de ellos, ni siquiera sé qué aspecto tienen. Estando en mitad de una muchedumbre somos invisibles, presencias de las que tenemos constancia por ruídos, por cuenta de una lavadora que centrifuga o un aparato de música que pone regetón siempre a la misma hora. Detrás de esos hechos cotidianos hay alguien, pero ese alguien no tiene ni rostro, ni identidad.   

 El vínculo es algo reducido, acotado al espacio familiar y de amistad. Fuera de él la interacción humana es una excepción, cada vez más alejada de lo que se supone que debería ser una regla.El teletrabajo redunda en ello, todavía más, si cabe.

 Tal vez por eso a los que vivimos en sitios grandes nos gusta aprovechar el tiempo libre en visitar sitios así; es como un canto de humanidad, de calor al que somos ajenos; cada vez pienso más que ser de pueblo y vivir en él, es una suerte.

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