Un peruano de Arequipa, con pasaporte español, Premio Nobel de Literatura en dos mil diez, ocupa desde hoy el sillón número dieciocho de la Academia francesa de la lengua. Eso convierte a Mario Vargas Llosa en un pionero.
Hecho inédito, pues, no se conoce texto en esa lengua del autor de La ciudad y los perros, uno de los grandes requitos de acceso en una institución que siempre premia a los defensores de la lengua, particularmente a los que se expresan en ella por escrito.
A los detractores de nombramientos de este tipo, les diría que abrazasen con cautela, además de con buenos ojos, asignaciones de este tipo, por lo que implican de hermanamiento y aproximación de lenguas, empleando como enlace a autores insignes como éste, residente en el país vecino por temporadas, lo cual le dota de conocimientos en esa lengua.
Amplitud de miras; nada hay más triste que acotar la cultura, cuya vocación siempre es expansiva e inclusiva, nunca restringente. Ojalá la iniciativa cunda y ayude a observar y permitir nuevas asignaciones similares en otras academias de la lengua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario