Cuando un terreno está demasiado trillado,
se convierte en baldío.
Si no hay nada que cultivar en él, inerme,
convierte el transitar en un simple
remover polvo de alpargatas,
que se lleva el viento,
sin memoria,
sin raigambre.
Por cuantos terrenos así caminamos
y no hacemos nada
por cambiar la ruta.
Como si cosechar fuera
un esfuerzo que no merece la pena.
Trillados y muertos
Paisajes de vidas,
demasiado acostumbradas
a la nocturnidad
de las rutinas.
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