Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 23 de septiembre de 2022

Teo

 Once y media de la noche. Las calles del pueblo aún no andan muy concurridas. Los bares de la zona son un hervidero de gente; cena y cervezas como preámbulo, a buen recaudo. El relente de la noche en la sierra se nota y los apenas diciesiete grados de temperatura hacen necesario taparse. Verano decadente. 

 Tras un breve callejeo de rúas estrechas y suelos de pavés se abre ante nosotros la plaza de la Corredera; algunos mozos habituados con el uniforme de su cuadrilla y la garrota caracteristica, que llaman garnacha, se van apróximando a la entrada del ayuntamiento. En breves se encenderá el fuego y, uno a uno, irán desfilando para prender su tea. Es al requisito necesario para iniciar el evento. 

 Cuando todas están prendidas, comienza el desfile; la luz artificial de las farolas se atenua, dejando el cortejo de mozos y sus acompañantes guiados por la luz de las teas, que lucen altivas marcando la ruta hacia la plaza de toros.  Ambiente recargado que por momentos más recuerda a una procesión de Semana Santa que a una festividad laica y lúdica. Santa compaña de almas en pena que quieren divertirse al son de la música y el fuego.

 Tras vadear la última cuesta, se abre ante nosotros la entrada de la plaza; dentro espera en el centro del ruedo la madera cortada y apilada de un pino gigantesco; poco apoco los mozos rodean la pira. Comienza el acto de encendido de la hoguera.

Con ayuda de algún agente acelerador con olor a derivado del petróleo, las llamas comienzan a consolidarse, pronto la fogata será inmensa, con unos brazos de fuego que se alzan varios metros sobre el suelo del albero. Protagonistas y curiosos, que al inicio nos apretujábamos frente a la hoguera, ahora poco a poco nos vamos separando. La temperatura de la noche aumenta, sofocada a duras penas a golpe de manguerazos que, además de controlar el fuego, ayudan a rebajar el calor.

 Así con este ritual tan simple como estético, se celebra todos los años  el denominado Baile del Teo, en la localidad segoviana de El Espinar, que desde el siglo diecinueve invita a los jóvenes lugareños a iniciarse en las artes del cortejo.

Curiosa fiesta en las postrimerías del verano. Fuego purificador para comenzar las cuitas del otoño.  Alegría, que buena falta nos hace y va a hacer.




 

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