Frías y oscuras,
son las mañanas
de este otoño que apenas despunta,
y da sus primeras zancadas.
Periodo de recato,
de mostrar la piel enguantada
de cerrar brazos y piernas
de abrigar carnes antes descocadas.
El frío que acongoja y achanta,
como la luz
que antes, aparta su mirada.
La belleza de lo marchito
tan dada a la melancolía,
apabulla y declara su estado de sitio;
queda adaptarse y aceptarlo
como primer paso
para su deleite y
disfrute.
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