Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




martes, 6 de septiembre de 2022

Reencuentros

 Seguimos con la dinámica de ir sumando horas de trabajo en la oficina. De manera voluntaria y aleatoria, cada cual en el equipo decide qué día o días pasa por el centro de trabajo, compaginando así vida laboral en casa con la de siempre en la oficina.

 Desde esta semana, un nuevo paso hemos dado, al ponernos como obligación estar todos presentes en nuestra segunda planta, todos los martes. De ese modo podremos programar reuniones de todo el departamento, así como planificar formaciones o grupos de trabajo que permiten avanzar más al ser reuniones físicas y no virtuales por video llamada.

 Hoy parecían nuestras mesas, las que tenemos asignadas en el edificio, una pequeña fiesta. Después de tantas reuniones virtuales, vernos cara a cara, para poder bajar a tomar un café al bar, por ejemplo, han  permitido que una cosa tan cotidiana que casi no disfrutábamos, se convirtiese en un pequeño espacio de disfrute y de aproximación entre nosotros. Tanta separación nos ha vuelto más cercanos; casi sin quererlo hemos empezado a hacer una pequeña piña que antes era mucho más distante. Nada como echarse de menos para estrechar lazos.

 Curiosamente, a una de mis compañeras portuguesas era la primera vez que la veía en casi dos años y medio. Desde que empezó la pandemia, no habíamos tenido oportunidad de juntarnos. A la extrañeza al inicio de vernos cara a cara, ha seguido el comenzar a preguntarnos cosas para saber del otro y así, hoy probablemente he hablado con ella más que en todos estos años que llevamos compartiendo trabajo.

 Hemos bajado a comer juntos, y he tenido oportunidad de conocer su situación personal. Se ha divorciado, y se ha ido a vivir a un barrio nuevo. Me ha hablado de su hijo adolescente, de la custodia compartida con su ex-pareja y de lo grande que se le hace la casa cuando el niño pasa unos dias con el padre. Me ha reconocido que no sabe ya vivir sola, que se le cae la casa encima. 

 Una vida completamente nueva. Aunque está muy bien de ánimos le he dicho que vea la pandemia como una puerta que se ha abierto a una vida nueva, que deje el lastre cuanto antes, que no permita que el agua pasada mueva las aspas de su molino.

 Me ha sonreído y se ha apurado su café. Hemos pagado y hemos subido rápido a nuestras mesas de trabajo, La hora de la comida se nos ha ido volando. 

 Distancia que lejos de separar nos une, que crea lazos y complicidad con gente de siempre que en realidad era una extraña. No deja de ser sorprendente lo poco que conocemos de personas con las que hemos pasado infinidad de horas. El roce no hace cariño, ni tampoco conocimiento.

 Fin de fiesta. Me temo que de ahora en adelante los martes serán días muy provechosos. No por por productividad, sino por humanidad y afectos.

 

 

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