lunes, 19 de septiembre de 2022

Noche en blanco

 Silencio y oscuridad. Apenas un vago ruido me llega de las viviendas adyacentes.  Todo queda calmo, en constantes vitales mínimas. No hay más luz que la claridad mínima que deja pasar la persiana entornada.

 Llegan de nuevo las noches en blanco, con el sueño cambiado, vísperas de mañanas de agotamiento.

 Vuelvo la cabeza hacia el techo, lo intuyo blanco; el leve pitido del silencio que se arrebuja en mis oidos, me invita a la meditación y el pensamiento.

 Pienso en nada y pienso en todo. 

 Miro el reloj, con sus dígitos amarillos realzados en la penumbra.  Son cerca de las dos. Me inquieta estar tan espabilado, sin traza alguna de que me venga la somnolencia. Habrá peaje en la oficina. Ni la doble ración de cafeína mantendrá la cabeza despejada. 

 Desisto de encender el transistor. El runrún no servirá de estimulante. Como cuando era niño, pensaré en borreguitos saltando una cerca. Todo apunta a que llenaremos un hermoso redil. 

 Llega lejano el latigazo de algún trueno; noche en vela y de tormenta. Calma y tempestades. Lucidez en la oscuridad. Siempre la moneda tiene dos caras.

Contrastes en horizontal. Cambio y corto. 

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