Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 31 de mayo de 2024

El viaducto

 Luce imponente con sus arcos de cemento, soportando un buen tramo de la Calle Bailén sobre las angusturas de la Calle Segovia, esa que tiempo atrás sirviera de cauce de un riachuelo que iba a morir a las aguas del Manzanares.

 No muy lejos de su ubicación, se encuentra el edificio en el que vivió la pluma más afilada y brillante que nunca haya dado la prensa patria, la de Mariano José de Larra

 Construcción civil de finales del siglo XIX, carente de ornamentos,  luce desnudo y huérfano, como si su diseño fuera un anticipo de lo que lo ha hecho famoso. 

 Deambulado por su parte alta, llaman la atención las mamparas de cristal que acompañan al paseante por sus aceras. Las vistas se mantienen gracias a ellas, más o menos intactas, pero dan un aire de opresión que quitan belleza y lucidez al paseo de camino a Las Vistillas.

 Durante largo tiempo fue el lugar escogido por vidas rotas para poner punto y final a sus existencias.  Sucesos traumáticos que por razón de su continuidad y repetición, obligaron al consistorio a tomar medidas preventivas para salvar vidas y aliviar a vecinos de tan singular lugar. Un paraje tan hermoso que sin querer se ha convertido en una morgue.

 Paradoja, que bajo sus arcos residiera el también suicida Larra. La historia del Viaducto es una historia de pasión, desgarro, dolor y muerte. Un auténtico paraje romántico, que bien podría ser escenario de un texto de Espronceda.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario