Vuelta a la realidad. Días de uso escaso de redes, de empleo del móvil para sacar fotos. Dias de charlas cara a cara, delante de una ración de pulpo o con unas cevezas, pero cara a cara, sin el dichoso ruido de las teclas del whatsapp.
Días, en fin de espontaneidad, de naturalidad, de volver a esas viejas y sorprendentemente sanas costumbres de hablarse mirando a los ojos, sin intermediarios. Días de desintoxicación, de desconexión digital. Adelantos que según qué casos, no abren un mundo de posibilidades sino de dependencias y esclavitud.
Perfil bajo, como dice mi amiga Lidia. Con esas miras hemos comenzado la vuelta a la rutina, tocando el smatphone lo imprescindible, mirando el Twitter muy esporádicamente, y evitando leer periódicos u otras cosas por esta vía; que la actualidad tampoco nos devore, aunque la realidad es la que y no podemos huír de ella. Que ese otro efecto colateral de peregrino,aislarsedel mundanal ruido en todas sus vertientes, dure mucho tiempo. Amén.
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