Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




jueves, 12 de mayo de 2022

Camino francés. 4° Etapa. Arzúa- O Pedrouzo. 20 Kms.

 Vísperas de fiesta. El día grande se aproxima y la excitación crece al tiempo que disminuyen los kilómetros que nos quedan para dar alcance al objetivo. Apenas si dormimos a veinte kilómetros de Santiago y hay ganas de celebración. Muchas.

 Pintaba como ayer, frío y con nubes, pero el sol  pronto se ha plantado en todo lo alto para iluminar una etapa, donde las pausas para el avituallamiento se han llevado la palma.

Escondido tras un recoveco en mitad de la nada , sin más compañía que un puñado de casas tranquilas sin apenas vecinos, nos hemos encontrado un pequeño bar, de decoración tan original como sorprendente, donde los cascos y botellas vacías de una cerveza artesanal, La peregrina, forman en paredes y soportes, esculturas de cristal formadas y rubricadas por el puño y letra de cada uno de los peregrinos que rinden parada ante tan peculiar monumento,  tan voluble como variable,  para beber cerveza sin importarles el momento del día en que se produce la ingesta.

 Cerca de dos horas desde las diez de la mañana, de birra, risas, bailes  y complicidad con cuantos hemos coincidido a esa hora, siempre bien custodiados por Boss y su madre, perros de los dueños, que no han dejado de regalarnos cariño a cambio de un poco de pan. Estampa tan sorprendente que cuesta de creer, y de la que sin duda tendremos que dar cuenta mostrando las fotos de la verbena improvisada que hemos organizado en un momento, dejando las mochilas en un rincón, como si el propósito de peregrinar se hubiese diluído con el lúpulo y la cebada,  cuando lo contemos a quienes nos pregunten. La visita a La tía Dolores, lugar de los hechos,  es casi tan obligatoria para quien transita por el Camino francés como sellar la credencial para justificar las etapas  que venimos realizando.

 Renqueantes y recocidos con el alcohol de la cerveza, hemos tratado de terminar con la mayor dignidad posible una etapa que termina en el pequeño  O Pedrouzo, siempre bordeando carreteras y sin grandes dificultades orográficas, que sin duda hubieran convertido en hazaña, llegar al final de la etapa semi borrachos.

 Subido de alcohol y sudoroso, con la ayuda de Lidia, que un día más me ha ayudado a marcar el paso y no alargar la caminata más de lo imprescindible,  hemos alcanzado el fin de la jornada de hoy, que se ha convertido en un rosario de grupos minúsculos que alcanzaban la meta a horas extrañas. Cansados e incluso accidentados, ( me he escurrido de la mesa donde bebía una cerveza cayendo al suelo de espaldas sin consecuencia alguna, excepto la de alimentar el jolgorio generalizado de mis vecinos de terraza que me miraban pasmados), pero contentos, con espíritu de celebración, que sin duda continuará en lo que queda del día, y es que la gran recompensa ya está ahí delante. 

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