Monia

 Ahora que acaban de decírmelo y sin terminar de creérmelo, me ha venido  a la memoria  aquella reunión clandestina, en la zona del café de la primera planta, en Trianón, cuando tú e Iván me cogísteis por banda para decirme en primicia que estábais juntos.

 Destinados. Desde el primer momento conectásteis. Luego fue una sorpresa para muchos, no para mí que sabía de que iba la vaina,  porque Iván me contaba.

 Noviazgo corto, bodorrio en Milán,  al que tuve la fortuna de asistir, primera hipoteca y al poco llegó Owen. Y seguisteis creciendo juntos. En tu piscina del casoplón de Leganés, con el peque  jugando en las categorías inferiores del equipo de la ciudad. 

 Y lo que te quedaría por conseguir. Siempre picando alto, siempre sonriente y alegre. Siempre tú. Cómo  hacernos a la idea de que ya no estás.

 Ya estás ahí arriba, tirando de los tuyos, en ese cielo al que estabas destinada aquí abajo. No hay  muerte para personas como tú, que dejas  un reguero de cariño, amistad y amor con mayúsculas. 

 Hoy te has ido, tan joven, tan pronto, para vivir eternamente en nuestros corazones.  Gracias Monia, por pasar por mi vida, ahora se que eras un regalo.