Lunes. Tan temido como inevitable. Comienzo de semana con bagaje previo que digerir y sobre el que reflexionar.
Tocaba fin de semana intenso, lleno de planes, de emociones, de expectativas, de celebraciones. Fin de semana de dormir poco, no por trasnochar, menos aún por beber, sino por exceso de motivación, de incentivos que vivir sin pulir, a vuela pluma.
Así que cuando hoy sonó el despertador, se hizo bola lo de hacer la única abdominal del día, esa que según qué mañana se convierte en croqueta, para dejar la cama y plantar el pìé en el suelo. Siempre con el izquierdo, desde hace años, por cierto. Ni tan mal. Los dichos a veces están para rebatirlos.
Senda curiosa, llena de cosas por descubrir, de almas que interrogar, de amigos que volver a abrazar, de paseos en bici que hacer. Y comienza el trasiego por ella, al tiempo que se inicia la semana de rutinas. se solapan, pero no se eclipsan
Qué bonito es sentirse activo, sentirse vivo, estar en la pomada. Sin haber terminado de asimilar, ya empieza nueva bacanal romana. Que todas las semanas tengan un lunes como ésta.
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