El efecto invernadero, ese que creíamos que alimentabamos a base de tubos de escape descontrolados, ahora parece que tiene como principal precursor, a la colonia bovina. Sus excrementos y pedos, están dejando la atmósfera, como un erial.
Cosa de rumiantes, cuya cabaña se amplía años tras año, a cuenta de las grandes explotaciones ganaderas que buscan ampliar las ventas de carne, producto abundante en la cadena alimenticia.
Nos quedamos sin futuro a base de pedos. Y nos ganamos el billete para la enfermedad coronaria, a base de ingerir carnes rojas. Y que luego te hablen de comer con moderación. La cabra siempre tira al monte, precisamente para eso, para pastar.
Antes se comía cuando había, y segun la temporada. Hoy no nos privamos de nada,en ninguna época del año. Por ridículo que parezca, hasta de los cuescos que se tiran las vacas están detrás la mano del ser humano, por gula. Tira millas.
Hacemos daño hasta cuando comemos, aunque sea indirectamente. Predadores natos, en todas sus variantes, qué duda cabe.
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