Calor por doquier e inmisericorde, Lorenzo que no apaga su furor mientras un solo rayo se proyecte. No hay cambida para que la fresca invite a salir a la calle, repleta de aceras y asfalto, calcinados.
Julio castigador desde el inicio. Da miedo mirar tus pronósticos. En remojo, como las lentejas, como única manera de combatirte; tanto queríamos calor, que lo andas esparciendo generoso, por estas tierras sureñas.
Ocaso del día que te aproximas, danos briznas de aire que alivien un descanso de sábanas pegadas y sueños de sudor.
Así sea.
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