viernes, 30 de julio de 2021

Medallas

 La gente que ya se impacienta. Ese runrún que no amaina y que sube el tono desde el murmullo,  cuando se cumplen siete días desde que comenzaron los juegos.

 Tokyo 2020. Qué raro se hace ver la cifra maldita, ese año que nos ha cambiado a todos el paso, aunque sea lo correcto, ya era entonces cuando debían haberse celebrado. 

 Siete días, siete, y un paupérrimo bagaje en forma de metales, esos que lucen y brillan el pecho de los atletas, y que sólo cuentan para el populacho, sediento de héroes a los que admirar por unas horas, para luego olvidarse por completo de ellos.

 Desconozco cuántos laureles nos quedan por conseguir, ahora que la competición ha cruzado su meridiano, pero ser olímpico no es sólo ganar, es participar, aunque sea con mascarillas, mamparas de metacrilato, y camas con somier de cartón que sólo aguantan 200 kilos, para que nadie se desmadre y eche un kiki. Afortunados ellos, que pudieron ilusionar a todo un país, aunque luego se quedasen en el intento.

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