Qué curioso es el deporte. Si corres como un demonio y haces marcas que te ponen en órbita de medalla, a nadie le importa que seas hijo de un emigrante llegado en patera, ni que te llames Mohamed, en cambio si fallas un penalty y tu equipo pierde por ello un torneo, afloran los insultos que te recuerdan que eres negro.
Nada es más proclive a a generar héroes que el mundo del deporte, en cualquiera de sus prácticas, pero también el camino que hay del cielo al infierno es tan corto que apenas si deja margen para el disfrute. Héroes bipolares, sometidos al juicio público donde la pasión conduce a lo irracional, donde hoy eres todo y mañana, simplemente eres una mierda. Sin término medio.
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