Hubieras sido una persona más deambulando por el mundo, von sus alegrias y sus miserias, con su vida, más o menos brillante, haciendo feliz o infeliz a unos cuántos. Hubieras sido una persona corriente.
Hasta que una noche una banda de palurdos miserables decidieron cercernar tu existencia a base patadas y golpes, sin más justificación que un teléfono móvil supuestamente grabando a quien no quería serlo.
Sea un crimen homófobo o no, es absolutamente injustificable la desproporción del acto, que lleva a un grupo de personas a emprenderla a golpes salvajemente con alguien que no puede defenderse, arrinconado y en el suelo; es de una cobardia tan tremenda que indigna, y es un crimen estremece, por todos los agravantes que se le quieran poner, pero, sobre todo y especialmente, porque está protagonizado por gente muy joven.
No sé si nuestros jovenes copian y reproducen lo que ven en las generaciones más mayores. Sóo sé que este clima de tensión permanente en que nos encontramos inmersos muy probablemente traerá noticias como estás, desproporcionadas y desmedidas, colmadas encima por la tragedia y la muerte.
Que el peso de la justicia caiga sobre estos descerebrados, y que la muerte de Samuel, sirva para poner un poco de moderación y cordura, que buena falta nos hace.
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