Vuelo de Ryanair

 Un caza intercepta las comunicaciones de cabina. Transmite un mensaje claro al comandante del aparato. Dan instrucciones para desviar la nave y a hacerla aterrizar, no donde procedía, como vuelo comercial que era, sino en otro aeródromo en Minsk. Una vez allí se detendrá a un pasajero que forma parte del pasaje. Ocurrido esto, se dejará al resto de los pasajeros y a la tripulación en libertad, para que reanuden su ruta interceptada.

 Bien podría ser una escena de Goldfinger, o de cualquier otra película de espías o de acción. Pero ni James Bond es el detenido, ni tampoco ningún delincuente peligroso bajo orden internacional de arresto, al menos en apariencia. El detenido es un bloguero, y quien han provocado este incidente internacional, el gobierno de Bielorrusia, puesto que ha interceptado un vuelo comercial entre  Atenas y Vilna. Habemus lío, y de los gordos.

 Que la realidad supera a la ficción, es algo más que un tópico, es una realidad que acongoja, especialmente cuando los hechos que acontecen hacen referencia a muerte, ese compañero de vida constante, del que todos nos hacemos cargo, pero que nos impacta cuando aparece. Pero hechos como el de hoy  alcanzan el grado de perplejidad, de incredulidad por la magnitud de la acción, que se antoja excesiva, en relación a la detención que se ha producido.

 Ver para creer. ¿Qué dirán el resto de los pasajeros del vuelo cuando lleguen, por fin a Lituania?. ¿Presentarán una hoja  de reclamaciones? Y ante esto, ¿ Quien responde por daños y perjuicios? Desde luego, lo que no pase en un vuelo de Ryanair,no ocurre en ninguna otra parte, siempre dados al espectáculo, desde el momento que despegan, convirtiendo el trayecto en una especie de tómbola continua, que sólo termina cuando suenan las fanfarrias que anuncian que el vuelo llega en hora. 

 Y conociendo a su histriónica gerencia, quien sabe, igual hasta sacan tajada publicitaria de esta anomalía. Publicidad gratutita, para una compañía y un sector que no tienen esperanzas de recuperar el mismo nivel de actividad que tenían antes de la pandemia, hasta 2024, al menos.