Cae por su propio peso.
Distancia física que se prolonga sin el ruido del teléfono,
de los mensajes, de la aplicación de Internet
que registra conversaciones a través de la red.
Silencio frío, témpano de hielo,
camino de convertir en dos extraños,
a quienes hace uno año por estas fechas
cohabitaban entre vaivenes
y crisis de comunicación.
Entonces hubo,
ahora sólo queda un poso,
mañana será un simple recuerdo.
Paulatino silencio, mientras la vida sigue,
sin que ocupe apenas espacio.
Donde hubo fuego, sólo queda ceniza.
Hasta que vuelen y termine,
por llevárselas el viento.
Del todo.
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