Bajas. Hasta tres mil empleados se desvincularán en las próximas semanas del principal centro comercial de este país, mediante otro plan de bajas incentivadas al que podrán acogerse voluntariamente, aquellos trabajadores que lo deseen. El sector productivo necesita aligerar peso, y toda vía es buena para hacerlo.
Nada comparable a un ERE, y desde luego no a los despidos sin finiquito, esos que acaban en los tribunales y que a duras penas ofrecen como compensación unas cuantas migajas a través del FOGASA. Mejor eso que nada.
Muchos de esos trabajadores están en la recta final de sus vidas profesionales, esa etapa que va camino de ser un misterio difuso, visto las contradictorias señales que empresas y politicos nos envían. Para unos, no tiene sentido mantener contratos después de los cincuenta y cinco, para otros no queda otra que seguir cotizando hasta los sesenta y siete. Unos cuantos años de desfase que ponen en entre dicho la condición de población activa. La vía de producir por cuenta propia parece más abierta que nunca, en un país perezoso siempre para emprender.
Y todo eso en mitad de una crisis galopante que mantiene casi un millón de puestos de trabajo en stand by, con los famosos ERTE. Quién sabe que ocurrirá con esos inseguros cotizantes, si volverán a las rutinas o a las mañanas de lunes, al sol.
Cómo hacer planes si todas los indicios invitan a vivir al día. Dilemas de la era del bicho. Cómo nos han cambiado el chiringuito.
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