La rue del percebe, nombre con el que se conoce en los mentideros coloquiales la sede nacional del Partido Popular, echa el cierre. Anunciado ayer por el presidente Casado, sus siete plantas quedarán huérfanas, en un local, donde todos los éxitos alcanzados por la derecha en democracia, eran saludados desde su balconada, orientada justo hacia la zona donde, un poco mas abajo, tiene la Audiencia Nacional sus dependencias.
Audiencia Nacional y Trubunal Supremo, apenas a tiro de piedra, a un puñado de pasos andando que separan la Plaza de la Villa de París, de la misma calle Génova. Ambas sedes judiciales han convivido durante años con la de este partido político, que antes de comprar el edificio en propiedad, tenía la finca alquilada a un ex-presidente del Betis, Ruiz de Lopera.
Ahora que los asuntos judiciales ahogan a los afiliados al partido de la gaviota, ésta echa el vuelo alejándose de sus perseguidores, no sin antes hacer negocio con la venta del inmueble. Unos setenta millones de euros que hacen falta en una caja, donde ahora no vuelan los sobres, sino los impagos.
Y mientras el imaginario político colectivo, perderá uno de sus referentes materiales y visuales. Acostumbrado a ver las celebraciones de los grandes partidos, siempre en los mismos aledaños de las mismas calles; sólo Ferraz, en su antigua casa del pueblo del partido socialista, mantendrá su sede en el mismo sitio.
Renovarse o morir. Nunca mejor dicho. En esas está el principal partido de la oposición, que empieza su refundación con un cambio de sede. Uno de los muchos que, seguro, se avecinan.
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