Marte

 Como en julio del sesenta y nueve, cuando el mundo entero trasnochó para ver en blanco y negro, los primeros pasos de un ser humano sobre la luna. Con las mísmas fanfarrias, el mismo despliegue, con los mismos ruidos de voces metálicas de micrófonos. Con ecos del pasado en la memoria, así la nave Perserverance, llegó a buen puerto, sobre la superficie de Marte.

 Una nueva misión que tiene por objeto buscar vestigios de vida en un planeta que yace inerte, sin que se sepa desde cuando. restos de un pasado que sirvan para conseguir pistas para el futuro. Es la gran paradoja del conocimiento: para avanzar siempre es importante mirar atrás.

 Marte es el pasado, el presente y el futuro. Algún día llegarán misiones tripuladas como la del Apolo XI en el satélite selenita, y acabará por asentarse una colonia humana, que sirva de asentamiento fuera de los limites del planeta azul. Ficción tantas veces novelada y llevada al cine que se hará realidad.

 En Marte estamos todos, al menos de mente, aunque sea un simple artilugio mecánico el que deambule por sus dunas y terrenos rocosos.En Marte de pensamiento, y en Marte como subterfugio, para huir de la realidad de aquí abajo o no hacer frente a las responsabilidades que toquen. Marte como excusa, a fin de cuentas. Ya no estaremos en la luna cuando nos pillen despistados. Cuando será un trayecto físico real, está por ver, pero ya es un trayecto de evasión mental, una forma de echar balones fuera. 

 Marcianos de mente, marcianos terrícolas. Entrará una nueva acepción en el diccionario, marciano a demás de raro, será sinónimo de disperso, distraído; y además de lunáticos tedremos la opción de ser marciáticos.La carrera espacial amplía el horizonte de nuestras mentes difusas, creando un espectro capaz de llegar más lejos, hasta otro planeta. Por qué conformarse con un satélite. Otro gran salto de la humanidad, sin dejar huella material.