Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




miércoles, 2 de diciembre de 2020

Que vienen los rusos

 Desde ayer día están disponibles en la plataforma Netflix, los capítulos de la décima temporada de la serie estadounidense The walking dead, cuya productora AMC, ya ha confirmado que pondrá punto y final a esta producción cuando terminen de grabarse los episodios de la temporada decimoprimera, la del desenlace de esta trama. 

 Tras una tensa espera para los que son seguidores de la historia, que seguro algunos no habrán podido superar, anticipándose a la visión de los nuevos capítulos diponibles en otra plataforma (HBO), ayer los cada vez más alicaídos y primarios supervivientes de Georgia, inician una nueva era reducidos en sus comunidades tras la obligada cancelación del proyecto de El Reino, tras la venida de un duro invierno, y la asfixiante presión de unos nuevos enemigos, los susurrantes, cuyo estilo de vida nómada, caminando camuflados con máscaras confeccionadas con la piel de los zombies, les hacen imprevisibles en sus ataques.

 Con estos mimbres y sin ánimo de hacer spoiler a los osados lectores de este blog que sigan la serie, llama poderósamente la atención el arranque de esta nueva parte de la historia, con la irrupción de un bólido surcando los cielos de esta parte de EE.UU. donde las colonias de supervivientes habitan, en las cercanías de Whashington, que termina estanpándose en las proximidades de una de las comunidades, Oceanside, provocando un incendio en medio de un dénsamente arbolado bosque, al que combaten sus inquilos con medios tan precarios como ineficientes, ( primitivas bombas de agua, o cubos de tierra o sal para ahogar las llamas). Cuando al fin lo consiguen, descubren los sacrificados bomberos circunstanciales, (los expectadores ya lo habíamos sabido antes con una toma del satélite justo antes de cruzar la atmósfera), que el amasijo de hierros candentes a que ha quedado reducido el bólido tras su impacto, pertenecen a un viejo artificio de fabricación soviética, cuyas iniciales, U.S.S.R. quedan casi libres de toda mácula, siendo claramente reconocibles en la parte externa del fuselaje.

 De cómo esta circunstancia influirá en el devenir de la temporada, darán cuenta los próximos capítulos. Pero lo que no cambia nunca es el enemigo, el mismo de hace treinta años, aunque haya caído el telón de acero. Generación tras generación, para el ideario americano, el peligro llega desde el este, y es que los rusos, no dejan de venir nunca.

 

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