Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




jueves, 31 de diciembre de 2020

Illa

 Es seguramente el mejor exponente del tipo de política y de políticos que rinden presencia en las instituciones últimamente. En otro tiempo sería catalogado de perfil bajo, carente de empuje o de carisma, cualidades que se le suponen a alguien que pretenda liderar proyectos y a personas.

 No es especialista en el ramo, no tiene una personalidad atractiva ni apabullante, no se ha caracterizado por la brillantez o la determinación de sus decisiones y tan sólo su moderación y talante, destacan entre las atribuciones de todo un ministro, Y con eso y con todo es uno de los gestores mejor valorados, si no el que más, en un gobierno, donde lucen más las aristas y las pullas que las conciliaciones.

 Sale indemne de la peor pandemia de la historia, siendo ministro de sanidad, y ahora se postula como candidato conciliador, para intentar hacer que las siglas a las que pertenece  crezcan en Cataluña, para ganar la Generalitat a los rupturistas, aunque para ello haya que sentenciar a un Iceta que se ha ido desinflando como candidato y referente en su partido, poco a poco. Posiblemente sea el caso más destacado de subida al estrellato político en menos tiempo, y casi sin quererlo, en apariencia.

 Y lo mejor de todo es que en breves habrá crisis de gobierno, proceso con el que se designa los cambios que se producen en el consejo de ministros, contemplando los correspondientes ceses y nombramientos. La salida de Salvador Illa para concurrir a las elecciones del catorce de febrero dejará muchas incógnitas, quizá no consiga alterar en exceso el tablero electoral catalán y si logre debilitar a un gobierno que está cogido con pinzas. Se mire por donde se mire es una postura arriesgada, renunciar al mejor exponente del gabinete en aras de alcanzar la gobernabilidad de un territorio. 

 El filósofo politico es la estrella del momento, no consigue muchas alabanzas pero cae bien; en esto se ha quedado el mérito y bagaje que hacen de un candidato una baza electoral apetecible.





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