Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




martes, 26 de marzo de 2024

Romperme el brazo

 Yo de pequeño quería romperme un brazo. Obviando el dolor insosportable del primer momento al crujir el hueso, las posibles complicaciones derivadas de una fractura que no fuera limpia, las molestias al dormir o ducharse, al tener que llevar un brazo en cabestrillo... Con ocho años todas esas cargas eran minucias, lo importante era aparecer en clase con el brazo enyesado, de un blanco inmaculado.

 Sentirse centro de atención, de cuidados y mimos de los compañeros que te preguntaban qué te había pasado, para después ver cómo aparecía el primer rotulador para escribir en ella algún mensaje o poner una firma. Cada garabato era una muesca de la que estar orgulloso. 

 Muchos me reconocieron después de volver a tener la extremidad libre, que guardaron con cariño aquella férula como si fuera un trofeo de guerra. Para darme más envidia.

 Lo que son los recuerdos, pasan los años pero hay cosas que no se olvidan; pequeñas frustaciones de infancia que se quedan ahí en el recuerdo. No llevar caramelos en mi cumpleños por cumplirlos en verano, no romperme nunca un hueso y llevar la escayola... Vida que es un cúmulo de alegrías y contrariedades, que forjan una existencia en el yunque del devenir, del día a día.

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