Malos tiempos corren para llamar a las cosas por su nombre. Esta obsesión por no herir a nadie, por decir lo correcto, atontece.
tanta preocupación por la neutralidad va a convertirnos en seres insípidos, sin sangre.
Miedo a saludar, a decir algo, por estar más preocupados por la reacción del otro que por aquello que queremos manifestar. Autoacción sobrevenida.
Antes los látigos eran manifiestos y visibles; hoy son sutiles y ocultos. Pero hacen su trabajo mejor que antes, tanto, que han conseguido que nosotros mismos, por voluntad propia, seamos sus lugartenientes. Nuevos modelos de mansedumbre y manipulación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario