Duelos

 Ayer, andando de camino hacia una librería para recoger un libro que había comprado por internet, pasé delante de una céntrica plaza donde se ubica el local de un restaurante italiano que apenas unos días atrás,fue pasto de las llamas por un absurdo incendio provocado al intentar flamblear un plato, que transfirió las llamaradas al techo, poblado de un jardín de plantas de plástico, con el terrible resultado de dos personas fallecidas y varias más hospitalizadas en estado grave.

 Aún precintado con las bandas de plástico de la policía, sin que apenas se noten por fuera las causas de la tragedia, pueden verse tanto en la verja como en la cristalera, notas y fotos de los fallecidos, uno de ellos cantante y productor conocido por su paso por televisión como concursante de un programa de búsqueda de talentos. Con apenas veinticinco años, apenas si llevaba una semana trabajando en el local como camarero circunstancial.

 Notas de cariño y de duelo, habituales en trances tan terribles como este, dejando huella y constancia de la pérdida de unos seres queridos que dejan un vacío complejo de llenar. No es infrecuente verlos en esquinas, sobre árboles o farolas, dejando al viandante que transcurre por esos sitios una sensación de curiosidad que no tarda en pasar a pesadumbre.

 Duelos que no conocen de reglas. Mientras que para unos es paso ineludible para recuperar el rumbo dejar atrás el lugar donde se produjo la tragedia, para otros es necesario hacer del punto exacto una especie de altar que honre el recuerdo del que ya no está.

 Gestión de sentimientos, variable necesariamente.