Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




sábado, 27 de mayo de 2023

Camino de Santiago Vía de la Plata, (variante portuguesa). Epílogo

 Si soy sincero no recuerdo en qué momento comenzó a fraguarse la idea de hacer este viaje con un grupo grande. Tras separar destinos los integrantes del grupo primigenio, montado en una quedada en San Rafael,  por disparidad de disponibilidad en las fechas para hacerlo, nos quedamos con un embrión de tres miembros: José, Mariano y  yo, dejando a los demás en otro grupo que trasladó la idea de hacerlo para septiembre.

 Poco tardaron Rosa y Desiree en coger el guante que les habíamos lanzado, en sucesivas idas a La Alcarrria para desayunar, o hablándolo en la oficina; a ellas se sumó Javier, que terminó saltando desde el otro grupo original, y Eva y Miguel, que ardían en deseos de repetir experiencia, tras culminar conmigo y con Chus el Camino Portugués en octubre.

 Así a mediados de marzo convocamos la primera quedada para hablar del tema; eramos ocho a los que de manera imprevista, se sumarían tres personas más: Chus, Sara y Doni. 

 Sin proponérnoslo, eramos once.

 Recuerdo que le dije a Rosa que tenía dudas. Nunca antes había hecho el camino con un grupo de gente tan grande. El tema de la logística cambia radicálmente cuando son muchos a los que hay que ir acomodando en la ruta. Ya con la localización del primer alojamiento en Allariz, hubo tiras y aflojas y una suerte de diferentes actitudes a la hora de organizar el comienzo del viaje; como ocurre en casi todo en la vida, hay gente que espera que tiren de ella, antes que plantearse hacer gestos para ayudar a montar todo.

 La primera toma de contacto fue positiva; hubo complicidad y se notaba comodidad entre los que no se conocían; al menos en lo relativo a la diferencia de caracteres partíamos con un buen elemento de base. Se ha mantenido intacto desde el principio hasta el final, los once hemos estado en la pomada, pese a las bajas de última hora por causas de fuerza mayor. 

 El camino siempre te da oportunidades para hacer lo que gustes. Así, mientras compaginábamos tramos de andadura en solitario y en silencio, en otras ocasiones, hemos tenido oportunidad de hablar y andar en grupo  o por parejas, oportunidad de conocernos un poco más, de crear lazos. Lo que ocurre en el camino, se queda para siempre en nuestro recuerdo y en nuestros corazones, se queda en el camino.

 Echando la vista atrás sólo me he dejado en el tintero a Sara, a la que apenas he podido conocer, pese a compartir una semana de viaje; casi siempre de la mano de Doni o de su madre, pocos tramos hemos andado juntos; si tengo que poner algún pero a eso, diría que me hubiera gustado poder haber charlado con calma en algún rato de la ruta, con ella. Resolutiva y temperamental, clara y directa; de tal palo tal astilla. Espero restañar eso en alguna ocasión, si de da la oportunidad. 

 Grupo variopinto, en fin, con Mariano al frente tirando del carro, andando y moviendo a todos con su gracia habitual, seguido,( con la complicidad que tienen los dos), por un José al que la merma física no le resta un ápice de gracia y chispa. Podrían hacer de su forma de hacer el camino una profesión: son los animadores que necesita un grupo de peregrinos que se inicia en estas lindes.

Chus y su desapego cariñoso habitual. Tal y como somos en el día a día, así caminamos por los senderos siguiendo las flechas; sólo pendiente de su hija, a ratos buscaba compañía, a ratos iba a su aire. Genio y figura.

 Rosa, la sufridora. Sin apenas haber entrenado a aguantado el embate con entereza. Siempre deseosa de contacto y risas, ha compaginado momentos de caminata acompañada con ratos de soledad buscada; con heridas muy frescas por las pérdidas familiares recientes, se le notaba ausente en algunos tramos. Me alegro mucho por todos, pero si de alguien me alegro de verdad que haya conseguido el objetivo, es por ella. Todo corazón, se merece muchas alegrías en esta vida. 

 Doni, el alien de este grupo, octavo pasajero que seguramente no sabía a lo que venía, mas motivado por la idea de acompañar a su novia que por completar una peregrinación cristiana, siendo como es musulmán. No tengo palabras para mostrar la felicidad que vi en su cara cuando vio que podía conseguir la compostela, alegando motivos no religiosos. Respetuoso con los símbolos distintos, ha ido de menos a más, llegando a Santiago con su cayado, encontrado al azar y que ha tatuado con los nombres de los ocho. Querido Tutti Frutti, te has ganado el cariño de todos a pulso, incluído el de tu suegra, por mucho que intente mostrar lo contrario.

  Sara, la distante. Reservada e insegura, no ha reído las gracias al principio, aunque poco a poco ha ido cogiendo confianza con el resto. Temperamental y con carácter, se nota que es una mujer hecha así misma que no regala su cercanía y aprecio,  así como así. Es el pequeño misterio del grupo, aunque la cara de alegría que muestra en las fotos con la catedral a nuestras espaldas denota satisfacción. Sólo por ver esa cara al final, ha merecido la pena acompañarla estos seis días de viaje.

 Me dejo para el final a la trotamundos, Desi, cuyo paso lento acompañado con sus bastones, siempre firme y hacia delante, demuestra la personalidad que hay detras de esta chica; Una gran mujer curtida en mil batallas, a base de recibir golpes que, lejos de amilanarla, le dan más firmeza en sus pasos. Como Rosa, ha sabido sufrir para llegar, pese a que su rodilla le ha dado pocos respiros. Más que merecido el premio final de su compostelana.

 Como todas las otras veces, me inunda la melancolía. Esa tristeza que para otros es alegría por llegar al destino. Para mi ese destino no está en la llegada, si no en la ruta; no es tan importante alcanzar el objetivo como tener la ilusión de seguir en la pelea, de seguir andando. Mi meta estaba en la primera senda de tierra que alcanzamos a pisar, y en ella se quedará, siempre. Se hace camino al andar, si.

 

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