Como era de esperar han tenido poca cobertura, y a juzgar por las imágenes que se han mostrado, no eran muchos los miembros del movimiento republicano Not my king, que se han dado cita en las calles de Londres para hacer notar su disconformidad con la ceremonia de coronación del monarca Carlos III.
Sin embargo la realidad es otra, crece de manera notable la adhesión de muchos súbditos británicos a la idea de convertir a la blanca Albión en territorio con forma de estado republicana.
Corren malos tiempos para una institución a todas luces trasnochada, con criterios de sucesión sexistas, con tradiciones carentes de sentido en los tiempos que corren y que suponen un gasto notable a cargo del herario público.
Ocho mil invitados más todos los fastos de una ceremonia que pese a las premisas de austeridad, saldrá por un pico a los contribuyentes de las islas. Es más que probable que sea esta la última coronación del estilo que veamos. A buen seguro que el príncipe heredero Guillermo, habrá tomado buena nota y se hará cargo de la evolución lógica de su puesto y entresijos. Su edad, ser miembro de otra generación y otros valores y las circunstancias del día a día, mandan. Mudar o desaparecer, he ahí el dilema.
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