jueves, 25 de agosto de 2022

Rentrée

 De vuelto al cortijo, a veintisiete grados, como mandan los cánones del no santo Consejo de ministros. De usar la rebeca a tener que abrir las ventanas. Esas que había que dejar con los estores bajados para no molestar a los vecinos. Ahora ya no hace falta, la luz a las diez de la noche se apaga en todo el edificio.

 Nuevas reglas de supervivencia ligera, anticipo quien sabe, de otras más draconianas. Agosto sigue su curso lento y parsimonioso. A tenor de los comentarios que se oyen, casi mejor que no se vaya, pese a sus noches de bochorno, al aire irrespirable y a pantanos que van camino de convertirse en pozas infectas. Con tanto agorero terciando, que no llegue septiembre. No sé cómo nos las arreglamos para que siempre se acabe el mundo.

 

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