Gatos callejeros, que no han pisado calle alguna porque viven en un patio. Camada bajo custodia de la madre, siempre vigilante, que busca sustento sin perder de vista a ninguno de sus cachorros.
Variedad de pelajes: negros, grises y rallados, genética que pone en dificultad averiguar qué otro gato, seguramente próximo, dejó preñada a la hembra.
Merodean las viviendas de los bajos, mostrándose tranquilos y confiados, dejando que les mires apenas a un palmo de distancia, hasta que intentas alargar el brazo para tocarlos; entonces reculan y dan un paso atrás, desconfiados, aproximándose a una reja que da a un jardín, que utilizan de madriguera y escondrijo.
Afables pero distantes. Buscando una comida que de otro modo tendrían más cara. Así pasan los días esta familia minina, vecinos circunstanciales y tolerados, en una urbanización de costa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario