Ya no es una elección sino un hábito consolidado: Cada día, a eso de la una del mediodía, aprovechando el descanso para hacer la comida, salgo a la calle a caminar.
Y la razón es otra que coger un poco de sol, de hecho, si el día está nublado, lo descarto. Ni operaciones de pérdida de peso, ni razones de índole deportiva, ni necesidad de estirar las piernas. Como los largatos, que cuando está el sol en todo lo alto, salen de sus madrigueras y empinan la cabeza para que les lleguen más directos los rayos de luz y calor.
Va para ventitrés meses que vino el teletrabajo a mi vida para quedarse por completo. Ninguna de las ventanas de desahogo que nos ha propiciado la pandemia, han servido de excusa para que mi empresa diera el visto bueno a una eventual y limitada vuelta a la oficina.
De sangre fría, acabaré mutando como los anfibios y los reptiles; otro golpe de evolución cincelado a razón de veinte horas al día de permanencia en casa. darwinismo de nueva generación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario