Más de setencientos cincuenta mil empleos se crearon a lo largo de el año que acaba de terminar. Unas cifras que nos ubican en los umbrales de dos mil diecinueve, antes de que comenzase la Pandemia.
Como era de esperar, el actual equipo de gobierno lo celebra. Celebra que sigamos con más de tres millones de desempleados.
Esa es la línea que peligrosamente cruzamos hace ya algunos años, la del conformismo. Antes se busca mejorar y progresar, llegar más lejos; ahora nos basta con mantener lo que tenemos, aunque seamos conscientes de que no es verdad, que poco a poco, cada año, somos más pobres porque todo sube, menos lo salarios.
Abonados al otros están mucho peor. Tiempos de mansedumbre. Hay quien ve en esta época rebeldía e incorrección. Nada más lejos de la realidad. Somos un rebaño que va por los caminos que nos indican, borregos de algoritmo, abonados a consumir lo que mejor nos suena, ajenos a la duda y a hacernos interrogantes. Qué suerte de señor feudal es este que nos oprime y nosotros nos dejamos, con gusto.
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