Y tras la semana de paréntesis, vuelta a la realidad y a sus rutinas. Y todo ello con un cambio de paisajes radical; de las corredoiras en medio del bosque, bordeando arroyuelos y cruzando lomas, a los dias de ordenador encerrado en casa.
Aún así aun queda la limpieza de disco duro de la cabeza. No se me ocurre mejor manera de desconectar que pasar unos dias andando con la mochila a cuestas, sin más preocupación que mirar por donde pisas, repartir bien el peso de la mochila, y mantaner a raya las temidas ampollas que hacen la caminata del peregrino, una tortura.
Es como quedar inmunizado, al menos por un tiempo. Se dice que cuando se camina por el campo se tiende a meditar, aunque en mi caso es todo lo contrario, de tanto andar la cabeza se limpia de todo pensamiento, queda en blanco, y sólo la vista manda, mirando al frente, observando todo cuanto queda ahí delante, mientras pasan los mojones que anuncian cuántos kilómetros quedan para llegar al final de la etapa.
Para desconectar, nada como andar, hasta hartarte. Pocas cosas alivian tanto.
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