Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




martes, 26 de enero de 2021

Ser y sentirse diferente

  Nos dicen constantemente que somos diferentes, que nadie puede vivir nuestras vidas, que todo lo que hagamos nos convierte en únicos e irrepetibles. Todo ello forma parte de un mantra que tiene por objeto hacer de la vida algo especial y, obviamente, es positivo.

 Pero seguramente no es lo mismo ser que sentirse diferente. De hecho lo segundo, llegados a determinados casos, puede ser muy peligroso.

 Porque te invita a pensar que en tu desgracia estás sólo, y que nadie lo está pasando tan mal como tú, y no es cierto. No eres el primero que accidenta el coche, que se queda en paro, al que le ponen los cuernos, como tampoco serás el primero al que diagnostican una enfermedad de gravedad variable. Solemos sentirnos en soledad cuando la desgracia nos importuna, pero nada es más común ni más corriente que el sufrimiento, sea del tipo que sea.

 Esa soledad es clave, y define a una persona en su autogestión. De un modo a otro solemos redundar en lo negativo y terminamos por jugar a dar lástima. De ese modo tratamos de obtener de los demás una adhesión a nuestro malestar, sin pensar sin con ello estamos poniendo en entre dicho nuestra propia dignidad; no hay nada más triste que dar pena, por muy mal que se esté.

Hay personas que hacen del dar lástima un modo de vida, una manera de subsistir, como si regodeándose en la miseria moral, encontraran razón a su día a día. Cualquier cosa con tal de conseguir el equilibrio, aunque sea cogido con pinzas, más fruto de la picaresca que del mérito, una manera de mendigar sentimientos que alimenten el alma y aportan una razón de ser. Sentirse bien dependiendo de otros, del efecto que causas en ellos. Gregarismo emocional puro.

 Pero hay otros que sintiéndose diferentes, son más peligrosos todavía. Son aquellos que se sienten llamados para una tarea programada por el destino, como si fueran apòstoles elegidos para llevar hacer algo que no está al alcance del resto. Si además esos tocados por la varita mágica llegan al mundo de la politica o de las altas finanzas, el grado de peligro se convierte en extremo. Nada peor que ponerse en manos de un iluminado en lo referente a la vida cotidiana; con frecuencia dejar las labores de liderazgo en personas así, es sinónimo de fracaso, en su peor versión, la del desastre colectivo.  

 No tiene que ser malo sentir que se es diferente, pero no es bueno sentirse diferente sin perder la referencia de que somos iguales, precisamente porque somos únicos; solo de esa manera nos haremos corrientes.  Y cuanto más sencillos, menos ínfulas. Con todo lo que eso conlleva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario