Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




jueves, 28 de enero de 2021

Algo se muere en el alma

   ... Cuando un amigo se va. Eso dice la canción, y desde luego es verdad.

 Mañana se cumpilirá formalmente el plazo. Todos aquellos compañeros que se han acogido al plan de desviculación voluntaria se despedirán para siempre de la empresa; y entre ellos están unos cuantas  personas que conozco desde hace dieciocho años, los que tengo de antiguedad en esta casa.  Personas que me han ayudado a permanecer en una compañía global, de competencia intensa y por momentos feroz, con una cultura propia a la que no siempre es fácil adaptarse.

 Al tener conocimiento de la lista de personas que causan baja, un nombre en particular me ha causado impresión, el de mi primera jefa, aquella que me contrató y con la que empecé mi aventura profesional.

  Como no podia pasar la oportunidad de despedirme de ella personalmente, charlando sobre las razones que le han llevado a aceptar la propuesta de baja, me vinieron a la cabeza algunas anécdotas de aquellos comienzos, cuando a través de una E.T.T. unos cuantos nos incorporamos a un proyecto que ha permitido a la empresa recortar gastos, ganar conocimiento y mejorar la calidad del trabajo, proyecto del que Isabel, es en buena parte responsable.

 Me costó adaptarme a las rutinas de trabajo, al uso del inglés constante en todas las comunicaciones, a los horarios, y al manejo de unas herramientas de trabajo que en ninguna parte se apreden porque son herramientas internas de la empresa. De hecho con apenas un mes y medio de estancia, llegué a estar en el alero, a punto de no superar el periodo de prueba. Fue entonces cuando Isabel me llamó a su despacho y mantuvo conmigo una charla cordial, que tenía como fin destensarme, tratar de hacerme ver que solo tenía que ser constante, que antes o después, todo acabaría llegando. Y así fue. Con el tiempo conseguí coger confianza, me afiancé en mis tareas y funciones y mi rendimiento mejoró progresivamente, hasta conseguir asentarme.

 Ha pasado mucho después de aquello. Muchos años de proyectos, equipos de trabajo, nuevos jefes, distintos puestos... Todo un bagaje profesional y de enriquecimiento personal que prosigue y se mantiene. Y todo gracias a aquella tarde y a aquel gesto, que hizo que una buena jefa, fuese capaz de motivar y ayudar a sacar lo mejor de un empleado que entonces era toda una incógnita.

 Desde mañana algo se muere en mi alma de empleado, aunque después de conocer las razones, entristece un poco menos. Que tu vida a partir de ahora sea maravillosa. Gracias por todo, Isabel.

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