Es un accidente geográfico, un estrecho para ser más precisos y apenas tiene una anchura que llega en su punto más lejano a los cien kilómetros. Separa dos golfos, el de Omán y el golfo pérsico, en alusión a los dos países que se hallan en sus dos orillas: Omán e Irán, actual nombre de la antigua Persia.
Tiene la peculiaridad de ser uno de los puntos más importantes del comercio marítimo mundial, de hecho se estima que cerca del 20% del total de crudo que circula por el mundo pasa por esta zona.
En medio de un conflicto que se lleva por delante vidas humanas de manera lacerante e inmisericorde, y que amenaza con extenderse de seguir la situación actual de tensión, la principal preocupación del mundo occidental es que se obture el paso de mercancías y petróleo por esa zona, porque comprometería los suministros con consecuencias demoledoras.
Nadie duda de esas estimaciones, muy duras y del grave perjuicio que podrían acarrear, pero no deja de llamar la atención que el orden de prioridades siga siendo el mismo de siempre: primero el bolsillo, después las vidas humanas.
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