sábado, 21 de junio de 2025

De paso

 Es una vivienda de paso. Sensación que comparto con mis ocheinta y tres vecinos. Algunos de hecho han volado ya, desde que en diciembre de 2022 asistiéramos a la ceremonia de entrega de llaves. De algún modo todos hemos hecho un punto y aparte, en esta urbanización a las afueras.  

 Qué historia arrastrará cada cual con punto final en está zona que llaman del Airón, en el barrio del hospital. Ensanche de una ciudad dormitorio destinada a recibir más madrileños en su diáspora.

 El baño en la piscina, ya abierta para combatir el rigor de un verano anticipado en dos semanas, sirve para poner caras a aquellos con quienes convivo, para disfrutar de la algarabía de los críos,(afortunadamente hay muchos) y para escuchar conversaciones ajenas sin querer, apenas separados por un puñado de metros en remojo.  

 Me pongo al lado de dos adultos, relajados con la espalda apoyada contra la pared de un lateral de la piscina, que departen amistosamente. En uno de ellos ya había reparado, por su look de cabeza rapada. Las sensaciones que transmitía por su aspecto de matón a sueldo se confirman con sus palabras; llegado a la urbanización después de separarse de su primera mujer, a la que no puede acercarse porque tiene una orden de alejamiento. Sorprende escucharle, con qué naturalidad lo cuenta, sin hacer por bajar la voz por temor a ser escuchado, con un tema tan sensible.

 Me alejo porque no quiero seguir escuchando. Oídos que no oyen tampoco juzgan porque desconocen, quiero seguir con mi visión neutra y anodina, quiero seguir desconociendo la vida y milagros de cuantos inquilinos me acompañan en esta estadía, que ya cubre dos años y medio. Quien sabe cuántos más faltarán por llegar.

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