Recuerdo una conversación con una amiga, (que, por cierto, ya no lo es), pasando delante de un chalet en una zona de playa que tenía un cartel que anunciaba que estaba a la venta:
- ¿Cuánto costará? pregunté inocentemente, a lo que recibí por respuesta.
- No importa, no está a tu alcance.
Comentario tan común, desde luego, hecho sin ánimo de faltar, ni de menospreciar a nadie , pero que me dio que pesar en aquel momento; claro que no está a mi alcance, si ni remotamente me plantería comprarme una cosa así, me dije para mi mismo.
Cuestiones curiosas las pecuniarias, nadie quiere hablar de ellas, pero están implícitas en muchos comentarios, veladamente o no. Además de tener o no tener, debemos tener la voluntad de hacer o poseer, en este caso, pero no es lo que prima a la hora de hacer una valoración de este calibre.
Comentarios más neutros del estilo, pues seguramente habría que tener un poder adquisitivo alto, tendrían más lógica en una situación así, pero incluso en las conversaciones más elementales usamos un lenguaje y unas expresiones cargadas de agresividad. Lenguaje y pensamientos, adquiridos.
Dicen que somos lo que comemos; también somos lo que hablamos y usar un lenguaje exento de cargas, no es fácil, sea en el contexto que sea.
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