viernes, 28 de octubre de 2022

Luces de periferia

Que no hay que llevar el coche al centro de Madrid es una obviedad, tanta, que cada vez conozco menos gente que reconozca usar el transporte público, ni siquiera esporádicamente.

  Fauna de periferia, de clase media, de ubicación entre dos aguas, No estás dentro, pero tampoco estás fuera. 

 Vida de pegatina y permisos, de control de accesos, ven pero no entres, pasa pero no aparques. No dejes de consumir, pero no contamines. Estén atentos a sus pantallas, que te cazan la matrícula.

 Todo ello en esta especie de pseudo-vaguada mesetaria donde se instala el Foro con sus torres, sin aire y sin lluvia. Cómo tan pocos pueden respirar el peor aire de Europa. 

 Rururbanización de recorrido corto. Cada vez más se van pero se quedan cerca; desplazamientos privados, a fuerza tocan. Círculo vicioso inevitable.

  Estas son las nuevas luces de periferia, de una ciudad cada vez más inhóspita e intransitable, paradójicamente con menos gente en su meollo.


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