Leo por ahí que el segundo hombre más rico del mundo, un multimillonario francés, vende su avión privado. No hay razón alguna económica o ecológica detrás de esta decisión. El único motivo es evitar que triangularan su posición, (al parecer era rastreado desde una cuenta de twitter).
Justo esta mañana, me ha llegado una notificación de Google en la que se me comunicaba todo lo que había hecho este fin de semana: los kilometros recorridos en avión, las localidades en las que he estado y los locales donde he consumido.
La nueva era no conoce de clases sociales, su poder de control es total y no deja fuera a nadie. Avances que comprometen la privacidad y por extensión, las libertades.
El mundo ha cambiado
tanto, que ahora damos facilidades para que nos controlen. El gran
hermano ya no necesita ser un ente siniestro en la penumbra. Basta con
activar un dispositivo o terminal para poner a disposición todos tus
movimientos, toda tu vida. Según para qué, dan ganas de involucionar.
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