Esta noche ha vuelto a pasar. Sueño que se me atraviesa algo en la garganta, que me obstaculiza la tráquea, que me impide respirar bien, y como consecuencia de ello me despierto, me incorporo, y me siento sobre la cama, en la que apenas duro un suspiro en esa situación, al comprobar, que nada hay en mis vías respiratorias, y que respiro tranquilamente.
Tras el susto, vuelvo por donde he venido, y con la misma parsimonia me tumbo, deslizando mis piernas sobre la cama. A poco que alcance el estado de tranquilidad adecuado, vuelvo a caer profúndamente dormido. Cuestión de apenas segundos.
Cómo de intenso, de realista, será la situación, pese a lo ambiguo de su planteamiento. Nunca recuerdo nada más, ni siquiera una hoipotética situación dada que sirviera de excusa a mi ahogamiento.
Miedos cervales, miedos antiguos, temores recurrentes. La cabeza es una batidora que se hace cargo de lo que preocupa en estado de vigilia, y lo saca a paseo cuando esta se pierde y se entra en el trance del sueño.
Y no es la primera vez que me sirve de pauta para completar una entrada en esta página, a la que le van quedando cada vez menos días para entrar en periodo de obsolescencia, esa que me atenaza en sueños, y me presenta como un ser débil, siempre dado a ahogarse por via oral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario