Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




martes, 28 de junio de 2022

Perseguidos

 Perseguidos por sus ideas, por ser considerados una mala influencia, un peligro, hay personas que parecen que están condenadas a llevar esa carga a lo largo de sus vidas.

 Leyendo la biografía del filósofo holandes por antonomasia, Baruch Spinoza, parece responder a este planteamiento de estigmatizado. Descendiente de judíos conversos expulsados de España por practicar a escondidas sus ritos, y a los que se denominaba con el tan gráfico apelativo de marranos, y después de Portugal, a donde la familia se trasladó para establecerse en Lisboa, Spinoza nació tras ese doble exilio de su familia en Amsterdam, capital de la siempre abierta de mente Holanda. Pero como el sino persecutorio de su estirpe era el de ser perseguidos, terminó siendo denostado por los suyos, los miembros de la comunidad judía,  rabinos a quienes sus ideas sobre la autenticidad de la biblia hebrea, y la naturaleza de Dios, chirriaban ostensiblemente. Sometido a juicio, emitido un Cherem de repudio que implicaba directamente la expulsión de la comunidad de la sinagoga, Spinoza se vio además, sometido a un proceso de silenciamiento intelectual que hizo que la mayor parte de sus obras fueran publicadas después de su muerte.

 Repudiado por razones religiosas, condenado al ostracismo académico. Perseguido en vida para sólo alcanzar la gloria en la posteridad. Cuántos habrán sufrido persecuciones de todo tipo, por razones similares u otras y lo han hecho en el más estricto anonimato, sin que jamás llegase a trascender nada de sus existencias.

 Son historias de hace tres siglos. pero no son historias viejas; han venido repitiéndose a lo largo de los años, y han llegado a nuestros días, intactas. Ex-comuniones religiosas y laicas, disfrazadas de los más variopintos motivos. Siempre censurando, siempre persiguiendo. Ya sea por la orientación sexual, la procedencia, el color de la piel  o el pensamiento. El acto de aniquilación del que se ve peligroso o una mala influencia se viste de muchas formas y muta, adaptándose a los tiempos. Frusta comprobar cómo hay cosas que nunca cambian.

  

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