Vuelve olor más característico de las Navidades, el del turrón, al menos para mí, abonado como estoy de por vida al de chocolate. Goloso.
Este año sí, este año vuelve a oler a turrón; hay ganas de desquite, de abrazos, ganas de sentirse normal, otra vez.
Por primera vez en mucho, unas navidades con ilusión, vuelven a llenar las calles, vuelven a oirse brindis en los bares de felicitaciones, críos pidiendo el aguinaldo, olor a buenos deseos, sazonado con castañas en tardes de cielo plomizo y lluvia.
No hay mascarilla que nos tape la nariz de eso, de todas esas sensaciones. Este año no, aunque enero vuelva a venir con cuesta añadida.
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