jueves, 3 de marzo de 2022

Calados

 Calados hasta los huesos, en este jueves plomizo y frío, que lejos de invitar a la melancolía, es un momento de alegría. Por fin un poco de lluvia, de olor a tierra mojada. El año pasado por estas fechas aún podían verse por las calles bloques de hielo sin derretir, sin deshacerse, últimos restos de la nevada del siglo, que puso sobre Madrid un manto tan blanco como frío. 

 Calados por culpa de la lluvia, pero calados por fuera. Nada que no tenga arreglo al llegar a casa, cambiándose de ropa, poniéndose al calor de la calefacción. Nada como refigiarse en tu hogar cuando llega lo desapacible.

 Lo malo es cuando te calas por dentro, y el frío si que se siente en los huesos, literalmente. No hay caldera, ni reconstituyente que te alivie de tan dolorosa e intensa sensación.

 Así andamos, calados, pero por dentro, impotentes e incapaces de poner freno a cuantas masacres acechan. Mundo de cobardes, que merecen tan incómodo sentimiento, por inacción rotunda. Nada nuevo bajo el sol, nada. Hace ya mucho tiempo de eso, siglos.

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