Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




jueves, 10 de marzo de 2022

Pulsómetros

 Necesidad de medir la tensión arterial, mecanismo imprescindible para mantenerse alejado de los accidentes vasculares.

 Siempre mejor prevenir que curar. Cuánto se aligera el coste de los tratamientos llevando sin necesidad de grandes sacrificios una vida razonablemente equilibrada. 

 Hábitos, dietas y actividad, que evitan recetas y hospitalizaciones. Esperanza de vida que se estira como un chicle, en aras de alcanzar la centena en alguna ocasión.

 Ávidos de controlar y de medir, ahora son cada vez más frecuentes en las muñecas los pulsómetros, relojes multifunción que dan la hora y el rítmo cardíaco, al tiempo que te convierte en esclavo del podómetro. Por contar, ya hasta contamos los pasos que damos en un día con sus veinticuatro horas. Y,  ¿Cuántos hay que dar: siete, ocho o diez mil?

 Tanto hablar del gran hermano y de sus herramientas de control. Qué sutil es, que ya no necesita manifestarse para provocar su dominio. Nosotros sólos ya nos bastamos para llevar con medida precisión todo cuanto hacemos: lo que comemos, lo que dormimos, lo que andamos y corremos, lo que hacemos en tiempos de esparcimiento, dando rendida cuenta en las redes sociales, o colgados de ese invento malévolo que llaman whatsapp, que ha enterrado a los teléfonos y sus llamadas. ¿Cuándo decidimos que para ser felices y estar tranquilos habíamos de ser esclavos?.

Recuerdo cuando estudiaba el feudalismo, que los humildes fiaban su suerte a los grandes señores para que éstos les brindasen protección. Ese feudalismo es ahora etéreo y transparente, señorío autoproclamado, en aras de alcanzar una felicidad y tranquilidad con dosificador y vaso de medir. Señores y criados de nosotros mismos, armados con relojes que miden y protegen, en vez de con espadas. La obsesión por el control, lejos de hacernos más fuertes, nos debilita, porque somos más previsibles que antes. Nunca la libertad tuvo las patas tan cortas, nunca con tanto se emprobreció uno así. Nunca.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario