Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




miércoles, 29 de marzo de 2017

La vida negociable

  Dos aspectos son recurrentes en las obras de Luis Landero que destacan sobre todo lo demás: uno, el ubicar sus historias en Madrid, ciudad que le acoge desde que siendo muy niño se trasladase con su familia a la capital desde su Extremadura natal, en los años cincuenta,  y el otro el de dar un cariz biográfico a sus historias. Biografías completas las de sus personajes que abarcan toda una vida, que se presenta completa, con origen y final que se extiende en un espacio temporal cifrado en años, como si necesitase de toda una vida para dar rienda suelta a su imaginación, y a su capacidad de describir situaciones y contextos, con ese vocabulario rico en matices y términos, que dan a cada libro un valor enorme y sorprendente.

  Y es que posiblemente Landero mantiene como referente en sus libros ese gran tema personal e intransferible que es el de contar una vida desde su inicio, que en su caso comienza con el traslado a la capital desde Alburquerque. Como ya ocurriera en otras obras en la que pueden adivinarse rasgos autobiográficos, (Véase Júpiter, Hoy; Absolución o El balcón de Invierno, por citar algunas de ellas), en esta nueva y esperada última novela, el protagonista cuenta la historia de su vida desde su más tierna infancia hasta bien entrada su edad adulta

 La vida negociable es la historia de Hugo,  un niño corriente, hijo de una familia media acomodada que cambia radicalmente de ser y de parecer cuando su madre le hace partícipe de un secreto. Ese misterio doméstico y familiar, del que Landero no nos da cuenta real hasta el final, manteniendo la intriga en un contexto cotidiano nada aparentemente apropiado para mantener misterios, es utilizado por el protagonista de esta historia para chantajear a sus padres a quienes condicionará su existencia, y por extensión la de aquellos que le rodean, incluyéndose él mismo.


 Una vez más Landero resume en tres palabras todo el contenido de la obra, en la que es sin duda una de las grandes cualidades de este escritor, la de titular brillantemente sus textos; La vida negociable no es solo un título, es un esquema integral, una proyección de lo que va a suceder y casi un resumen completo de lo que va a acontecer en sus más de trescientas páginas. Páginas que sirven a lector para reflexionar junto a Hugo sobre cómo transcurre una vida, qué decisiones se toman y como la interpretación que se hace de las mismas pueden marcar el rumbo de toda una existencia. El coste de oportunidad del que hablan los economistas adquiere en los personajes de Landero un tono dramático pero natural y creíble gracias a la ambientación de las historias y sus personajes siempre instalados en un contexto propio de gente corriente con vidas reconocibles.

 Desde que en 2015 saliera publicado El balcon de invierno, los abonados al landerismo se sentían huérfanos al no tener lectura alguna de este contador de historias imprescindible, que echarse a las manos. La espera ha merecido la pena.

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